Costa Rica es un país precioso, verde, y colorido. Bajo este manto, Leidy, una residente de San José, nos hablaba de la falta de oportunidades y la pobreza con que vive el pueblo. Las casas enrejadas y rodeadas de alambres de púas delatan la inseguridad que vive la ciudad. Aquí, miles de nicaragüenses que han emigrado por el régimen dictatorial malviven en chabolas, en un circulo vicioso donde ni unos ni otros, logran deslumbrar un futuro mejor. Por si fuera poco, aquí reina el narcotráfico, nadie quiere hablar a cámara y hay miedo a las represalias. Aquí son muchos los jóvenes que empiezan a consumir desde los 10 años y las jóvenes que quedan embarazadas antes casi de comenzar la adolescencia.
ABRAZANDO
En este lugar hemos podido compartir futbol, talleres de música, malabares y patinaje en dos núcleos diferentes, pudiendo tener tiempo para charlar, escuchar historias, compartir y abrir el corazón con aquellos que así lo han deseado. En la tarde, hemos visitado un hogar de ancianos. Muchos vienen huyendo del alcohol, otros porque su propia familia les ha pegado, otros por voluntad propia. El tiempo con ellos ha sido fabuloso, hemos compartido historias, canciones, risas, pero sobre todo los hemos escuchado y abrazado, que sin duda, ha sido lo mejor tanto para ellos como para nosotros.