Un control fronterizo mucho menos estricto nos da la entrada a Las Chinamas en el Salvador, eso si, entran los perros en el autobús para oler nuestras maletas y a nosotros mientras estamos sentados. La noche la pasamos en San Ciudad de Salvador, un pequeño hotel de la zona. Necesitamos descanso, ha sido una paliza de campeonato, muchas horas de autobús por unas carreteras llenas de baches que no han tenido compasión de los ocupante.
Próximo destino: Honduras, un país de tránsito hasta llegar a Nicaragua, donde nos esperan.