Tras pasar el día con Casa Mis Sueños, salimos a unas de las zonas rojas de prostitución de Quito para descubrir la realidad y conectar con las personas. Con café y sandwiches nos acercamos, conversamos, abrazamos y escuchamos en un lugar donde la falta de esperanza y la necesidad de libertad brillan por su ausencia.
Seguimos trabajando por libertad y potenciando el trabajo de aquellos que ya lo están haciendo. Casa Mis Sueños lleva 18 años saliendo a las calles de este lugar. Ver la conexión directa con el entorno es un ejemplo de perseverancia y una puerta a la restauración.